El pasado mes de marzo, Richard Harman, director del prestigioso colegio británico Uppingham School generó un debate que ha traspasado las fronteras de su país y que personalmente me gustaría comentar en el blog del colegio.

Harman, durante su discurso de investidura como presidente de la Headmasters and Headmistresses Conference, habló sobre los males de la ‘ambición parental’ al cuestionar “la insoportable presión académica que los padres ejercen sobre sus hijos”.

Según Harman esta actitud responde a la única obsesión de que los hijos logren estudiar el día de mañana en las mejores universidades del país, pero “descuidando otros aspectos educativos más integrales y básicos para la vida”.

Este problema, está cada vez más extendido en nuestra sociedad española también, y repitiendo a Harman, “está acabando con otros valores fundamentales y necesarios para enfrentarse a la vida. En lugar de centrarse solo en los resultados académicos, los padres deberían ayudar a sus hijos a aprender a fracasar”, de esta forma los alumnos aprenderían de sus propios errores, serían más autosuficientes, ingeniosos, competentes y confiados.

¿Cómo podemos enseñar a nuestros hijos a “aprender a fracasar”?

– Ayudándoles a descubrir que antes de hacerse realidad un objetivo, lo normal es que haya muchos intentos fallidos.

– Ayudándoles a diferenciar entre fracasar en una tarea y ser un fracaso como persona.

– Enseñándoles que de los fracasos se aprende qué obstáculos se han de evitar en el camino futuro.

No anticipando sus errores para evitar que los cometan. Es más educativo analizar juntos lo que ha ocurrido, qué ha hecho de forma correcta y qué debe mejorar.  

– Permitir que sean independientes, aunque tarden más tiempo en hacer las cosas.  

– Darles responsabilidades en casa, e ir aumentándoselas poco a poco a medida que vayan creciendo y madurando.

– Favorecer sus relaciones sociales, enseñándoles a mantener relaciones satisfactorias con personas de distintas edades y circunstancias. Se le debe ofrecer esta oportunidad con la mayor frecuencia posible.

Transmitirles vuestro apoyo ante situaciones que generen ansiedad o miedo, nunca evitándolas. Podemos anticiparles lo que va a pasar, hablando con ellos para que su ansiedad disminuya. 

Cristina Pérez