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Es bastante habitual creer que el “juego” no tiene la misma consistencia que el “trabajo”, incluso, que son dos términos contradictorios. Esto es así porque tendemos a pensar que cuando jugamos lo hacemos sin atender serios propósitos. Sin embargo, en este artículo intentaremos demostrar que esta visión es errónea.

En el ámbito de la educación infantil (de cero a cinco años) el juego es el medio más importante que los niños tienen para aprender y crecer como individuos. Cada vez son más los investigadores y educadores que reconocen que esta práctica tiene un papel fundamental en el desarrollo intelectual, el bienestar emocional y las habilidades sociales.

El cerebro nunca volverá a desarrollarse tan rápido como en los primeros cinco años de vida, periodo en el cual se adquieren los mecanismos que le permitirán aprender en el futuro. Y es que durante la primera etapa de la infancia, el cerebro crece de forma espectacular.

Mientras los niños avanzan rápidamente de una etapa a otra, el juego debe ser el eje central del crecimiento y el desarrollo. Es el principal medio sobre el que construirán sus habilidades cognitivas y a través del cual le darán sentido al mundo, ya que es un método de aprendizaje que se queda grabado para siempre. Y esto es así porque nacen con una capacidad innata para adquirir nuevos conocimientos y tremendamente motivados para jugar. Por eso, cuando le dedican el tiempo necesario al juego, éste crece en complejidad y los niños se vuelven más exigentes cognitiva y socialmente.

Sobre esta cuestión,  el currículo británico de Educación Infantil es muy explícito, ya que ofrece las posibilidades de un aprendizaje centrado en el niño con el juego como protagonista. A través de este tipo de enseñanza los niños alcanzan las siguientes destrezas:

  • Desarrollan habilidades comunicativas y del lenguaje
  • Desarrollan la motricidad fina y gruesa
  • Exploran los materiales y descubren sus propiedades
  • Usan sus conocimientos sobre los materiales para jugar creativamente
  • Expresan sus emociones y sentimientos
  • Mejoran su equilibrio emocional y su bienestar
  • Desarrollan su sentimiento de identidad y aprenden a valorar el de los demás
  • Adquieren habilidades sociales como compartir, respetar los turnos y llegar a acuerdos
  • Resuelven problemas pasando de necesitar apoyo a alcanzar su independencia
  • Practican, desarrollan y dominan habilidades relacionadas con el crecimiento y el aprendizaje

Una forma de promover esta didáctica basada en la diversión y el desafío por aprender es a través de actividades lúdicas altamente planificadas. Cuando los niños juegan, el grado de aprendizaje es muy elevado. Si esta actividad se utiliza para desarrollar áreas muy concretas se consigue, por ejemplo, que mejoren las habilidades del lenguaje a través del diálogo o del nuevo vocabulario que utilizan y representan en su juego. Un ejemplo de una experiencia llevada a cabo recientemente en el segundo ciclo de Educación Infantil es la creación de un centro de salud en clase. Los niños disfrutaron descubriendo utensilios médicos como el estetoscopio y los rayos X, realizaron juegos de rol sobre los oficios, diagnosticaron dolores de garganta e incluso vendaron supuestos brazos rotos. Este enfoque tan lúdico del aprendizaje se construye sobre los intereses del niño y responde a su propio concepto del juego. Además, permite planificar actividades más estructuradas para la enseñanza de determinadas habilidades y conocimientos. Al interactuar con otros niños en el área reservada aprenden a negociar y respetar su turno y adquieren técnicas para resolver conflictos. Además, también desarrollan sus habilidades sociales y emocionales.

Como se demuestra en el ejemplo anterior, el juego es una actividad compleja en la que, a menudo, los niños tienen la oportunidad de practicar y desarrollar habilidades de vital importancia para el día a día así como de potenciar su desarrollo académico.

Como O. Fred Donaldson, ex profesor de la Universidad Washington y California, señaló: “Los niños aprenden cuando juegan. Y lo que es más importante, cuando los niños juegan aprenden a aprender”.

Karen Fraser, Coordinadora de Educación Infantil de Caxton College

‘Play’ is sometimes contrasted with ‘work’ and thought of as a type of activity which is essentially unimportant or lacking in any serious purpose. However, as this post intends to demonstrate, this view is mistaken. In the context of the Early Years (from birth to age 5) play is the most important way in which children develop and learn. The value of play is increasingly being recognised ( by researchers and educators) as the evidence mounts about its role in intellectual development, emotional well-being and social skills.

A child’s brain develops more rapidly in the first 5 years of life than it ever does again, essentially establishing its “ability” to learn new information in the future. So during the early years, as children’s brains grow dramatically. As they move rapidly from one developmental stage to the next, play must remain central to their growth and development. Play is the primary means by which they should build cognitive skills and begin to make sense of the world, as this type of learning is for ‘keeps’!

Children are born natural learners, highly motivated to play. When children have time to play, their play grows in complexity and becomes more cognitively and socially demanding. The Early Years Foundation Stage curriculum recognises the importance of play and there is ample opportunity for child-centred, play-based learning to take the central role. Through this type of play children:

  • Develop communication and language skills
  • Develop fine and gross motor skills
  • Explore materials and discover their properties
  • Use their knowledge of materials to play imaginatively
  • Express their emotions and reveal their inner feelings
  • Develop emotional balance and well-being
  • Develop a sense of who they are, their value and that of others
  • Learn social skills of sharing, turn-taking and negotiation
  • Solve problems, moving from needing support to independence
  • Practise, develop and master skills across all aspects of development and learning

Providing high quality planned experiences for children’s play is an important way for adults to support children’s learning that is both enjoyable and challenging. When children play, they are learning at the highest level. Play can extend certain areas of their learning – for example, developing language skills by promoting talk between children or introducing new vocabulary that they use and act out in their play. One example of a recent planned play experience for Reception children in the EYFS was setting up a health centre in a classroom. Children enjoy finding out about stethoscopes and X rays, role-playing different jobs, diagnosing a sore throat and even bandaging a pretend broken arm. Such a playful approach to learning builds on children’s interests and responds to their ideas for play and also allows scope for structured activities to teach specific skills and knowledge. As they interact with other children within the roleplay area they also learn negotiating, turn taking and problem-solving skills. Their social and emotional skills are developed through these interactions too.

As you can see from the example above play is a complex activity. One in which the child is often practising and developing many important life skills, as well as developing academically.

As O.Fred Donaldson said “Children learn as they play. Most importantly in play children learn how to learn.”

Karen Fraser – Early Years Leader