Por Yago Prat, estudiante de Bachillerato

La cumbre EF sobre el agua celebrada en Berlín, a la cual tuve la suerte de asistir, fue una experiencia bastante impactante y alternativa, en la que, acostumbrado al ambiente colegial y cotidiano en el que vivo, me sentí totalmente fuera de mi zona de confort.

Al principio, cuando el colegio expuso la oportunidad de acudir a tal evento en la capital alemana, sentí cierta curiosidad y se lo conté a mis padres. Sin embargo, a pesar de la curiosidad que tuve por el evento, me sentí poco seguro de participar en él. Afortunadamente, mi familia, amigos y profesorado me aconsejaron y motivaron para que fuese, para que lo probase. Al final me dejé convencer y jamás me arrepentiré de tal decisión.

Antes de acceder a la cumbre, tuve que pasar una fase previa, en la que, en un vídeo de un minuto, tuve que convencer a los jueces de que era el candidato idóneo para ir. En ese momento, quise pensar de una manera atípica, y en vez de decirles por qué deberían escogerme, les dije por qué no deberían hacerlo. Era algo nuevo, algo original, que demostraba mi interés por aprender de mis errores mediante esa experiencia. Por fortuna, me eligieron.

Antes de que comenzase la cumbre daba por asumido de que serían tres días que se pasarían muy rápido y enseguida estaría de vuelta a casa. ¡Qué equivocado estaba pensando así! Entré en el evento con la idea de que no haría nada, de que tan solo conocería a gente unos días y de que mis compañeros serían unos estadounidenses que cumplirían mis estereotipos. Pero no fue así.

El primer día del evento conocí a mis siete compañeros de grupo. Era complicado hilar una conversación completa ya que había un muro entre nosotros que, debido a nuestra falta de confianza, impedía nuestra comunicación. No obstante, conforme avanzó el fin de semana, el muro empezó a derrumbarse y nos empezamos a conocer mucho mejor. Y conforme los conocía mejor, empecé a darme cuenta de que mis estereotipos eran completamente erróneos y de que estaba conociendo a gente que realmente valía la pena.

Por otra parte, me sentía distinto, me sentía libre de hablar y comunicarme con ellos, sin sentir una losa encima que constantemente hacía que estuviera condicionado por lo que pensaran los demás.

En esa cumbre fue como si un nuevo yo hubiese nacido, un yo que era muy abierto y despreocupado, que quería comunicarse con los demás y que no le importaba lo que pensasen de él.

La mayoría de los participantes eran estadounidenses, pero a la vez, había representantes de varios países europeos como Países Bajos y Grecia de quienes aprendí también mucho. Asimismo, las dimensiones del lugar en el cual se celebró el evento eran asombrosamente enormes. Además, tuvimos la suerte de recibir conferencias de expertos mundiales en el campo de la protección del mundo acuático y pude escuchar historias que me impactaron mucho como la de Gunter Pauli. Todos ellos me ayudaron a ser consciente de las soluciones que tenemos al problema del agua que, aunque la gente piense que es un problema sin trascendencia o que ya es tarde para actuar, estamos muy equivocados.

En conclusión, esta cumbre no sólo aumentó mis conocimientos sobre el problema que tenemos como sociedad con el agua e hizo que dentro de mí creciera un grito por hacer algo, sino que me ayudó a madurar como persona y manejarme mejor con gente desconocida. A su vez me ayudó a descubrir que si como sociedad, cooperamos y seguimos nuestras pasiones, al final nuestros esfuerzos darán sus frutos.


By Yago Prat, Sixth Form student

The EF Summit held in Berlin about the impact of water on society, which I was lucky to be able to attend, was an impressive and different experience for me. I am used to the day-to-day atmosphere at school and there I felt I was completely out of my comfort zone.

At first, when the school offered the option of attending this event in the German capital, I became curious about it and mentioned it to my parents. However, despite my curiosity, I wasn’t sure about participating. Fortunately, my family, friends and teachers advised and motivated me to try it. Finally I was convinced and I certainly didn’t have any regrets about my decision.

Before attending the summit, I first had to apply by making a one-minute video where I explained to the panel of judges why I was the best candidate for the summit. When recording my video, I decided to think out of the box, so instead of  telling them why they should choose me, I told them why they shouldn’t choose me. I felt it was something new and original that would demonstrate my interest in learning from my mistakes through the experience. Fortunately, it worked and I was selected!

Before I left, I thought the summit would just be three days that would go by very quickly and then I would return home. But I was wrong! I arrived at the event thinking that I wouldn’t do much, that I would just meet new people over the three days and that my teammates would be stereotypical Americans. But that’s not how it went.

On the first day of the event, I met the seven members of my group. It was difficult to carry on conversation with them because we didn’t know one another and there was a sort of wall between us. But as the weekend progressed, that wall began to come down and we got to know one another better. And as I grew to know them, I realised that the stereotypes I had were completely wrong and that I was meeting people who were truly worthwhile.

I also felt different within myself: I felt free to speak and dialogue with them, without feeling weighed down by what others were thinking about me.

Whilst at the summit, I felt as though a new me was born, one that was more open and carefree, who wanted to communicate with others and not worry about what they thought.

Most of the participants were from the US, but there were also representatives of a number of European countries such as the Netherlands and Greece, and I also learnt a lot from them. The hall where the summit was held was absolutely enormous. Plus, we were privileged to be able to attend conferences given by worldwide experts in the field of marine conservation and I heard stories that really impacted me, such as that of Gunter Pauli. All of them made me more aware of the solutions available to solve problems related to water, and even though many people may think the problems aren’t important or that it’s too late to act, they’re very wrong.

In conclusion, this summit not only broadened my knowledge about the problem we have as a society with water and lit a spark inside me to do something about it, but it also helped me to grow as a person and learn how to work well with people I don’t know. Additionally, it allowed me to discover that if we cooperate as a society and follow our passions, in the end our efforts will be rewarded.