“Alcancé el pináculo del éxito en el mundo de los negocios. A los ojos de los demás, mi vida es el epítome del éxito. Sin embargo, además del trabajo, tengo pocas alegrías. Al final, la riqueza es el único hecho de la vida que conozco.
En este momento, recostado en una cama de enfermo y repasando mi vida entera, me doy cuenta que la riqueza y el reconocimiento del que tanto me enorgullecí, palidecen y carecen de significado de cara a la muerte inminente….
Ahora sé que, una vez que logramos acumular riqueza, debemos perseguir otras cosas no relacionadas… Tal vez relaciones, tal vez arte, tal vez los sueños abandonados de la juventud.
Perseguir la abundancia sin descanso solo te convertirá en un ser retorcido, como yo. Mi riqueza ya no me la puedo llevar, solo me llevo las memorias que me dio el amor. Es la verdadera riqueza que te acompañará y te dará la fuerza y la luz para seguir adelante. Yrecuerden, nadie necesita una Stylus.”
Steve Jobs 1955 – 2011
Probablemente ya habrán leído este mensaje que un hombre de enorme éxito quiso dejarnos a todos. Y es que está demostrado científicamente que la felicidad no se alcanza persiguiendo la riqueza. Estudiosos de la psicología positiva como Seligman, han dedicado estos últimos años de su labor de investigación a estudiar cuáles son los factores que nos llevan a ser felices. Nos dicen que, de los tres consabidos y ampliamente aclamados medios para alcanzar la felicidad: “salud, dinero y amor” tan solo el último es el que verdaderamente nos transforma, nos trasciende y nos hace ser realmente felices.
El dinero puede ser un atajo para la felicidad y es ciertamente necesario para vivir con dignidad. Pero una vez cubiertas las necesidades absolutamente básicas, se convierte en una persecución vacía de la felicidad, en una ilusión efímera. Tenemos más de lo que necesitamos y volvemos a comprar, y eso nos ilusiona, pero ¿hasta cuándo nos dura la ilusión?
El peso de la salud es también relativo. Todos conocemos personas que, pese a tener enfermedades graves, son felices y viven una vida plena través de sus relaciones con su familia y amigos.
Nos queda pues el amor, que debe ser la base en la que cimentemos nuestra existencia. Amor por nuestros hijos, por nuestra pareja, nuestros padres, nuestros amigos, por los demás. Hacer cosas por ellos y con ellos. Dedicar nuestra vida a hacer más fácil y agradable la vida de los que nos rodean puede ser la única buena razón de existir.
Desconfiemos del slogan que ahora aparece tan frecuentemente en la televisión: “ser feliz cuesta muy poco”. Ser feliz al menos para mí, cuesta, pero compensa enormemente.
Silvia Sanchis, Psicóloga de Primaria