Él siempre está ahí, y nos persigue sigilosamente pase lo que pase. A algunos les ataca más que a otros, mientras que hay personas que saben combatir y ya lo han aprendido todo sobre sus puntos débiles, consiguiendo así machacarle antes de que éste vaya a por ellos. Pero, ¿Por qué existe este fenómeno, sentimiento, o como queramos llamarlo? ¿Qué lo causa? ¿Cómo podemos evitarlo? Es difícil encontrar respuestas concretas, ya que todos somos diferentes, pero gracias a la psicóloga de secundaria, Ms Cristina, sabemos un poco más sobre el estrés.
Para empezar, tenemos que tener claro algo esencial, y es que todos necesitamos un mínimo de estrés para estar alerta, especialmente los estudiantes. Sin él, en situaciones significativas como exámenes, una persona puede quitarle importancia, consiguiendo peores resultados al prepararse menos. El estrés es un tipo de tensión provocada por momentos agobiantes que afectan directamente a un individual. Es un mecanismo de defensa que prepara nuestro cuerpo tanto a nivel físico como psicológico para combatir determinadas circunstancias que nos ponen nerviosos.
Como siempre, depende de la persona, y tampoco es bueno ni un límite ni el otro: estar demasiado estresado puede empeorar la situación al igual, y al darle demasiada importancia, se pueden llegar a producir bloqueos mentales, o incluso llegar a quedarse en blanco. Si esto sucede, siguiendo las recomendaciones de Ms Cristina, lo que debemos de hacer es buscar las preguntas más fáciles del examen o que más controlemos y empezar por ellas. De este modo, nuestra mente se irá desbloqueando poco a poco al ver que somos capaces de responder, y pronto iremos recordando todo lo demás.
Para tener un buen nivel de estrés, hay que tener una buena autoconfianza y estar bien preparado para enfrentarse al reto que te provoca éste. El estrés no sólo se produce en temporadas de exámenes, y obviamente podemos encontrarnos con muchas otras causas: al tener que presentar un proyecto, al acudir a una entrevista, o incluso al ir a un concierto, ya que son situaciones comprometidas que te afectan.
A nivel de estudios, las recomendaciones son claras: para evitar una fuerte tensión, debemos de empezar con lo más difícil al estudiar para dejarnos lo fácil o lo que nos gusta para el final. Haciendo esto, en los momentos más cansados estudiaremos de manera más cómoda el temario sencillo, y podremos sentirnos satisfechos y tranquilos tras tener lo “duro” claro. Es también crucial empezar a estudiar con tiempo y poder repasar.
Los padres también afectan de manera directa, así que en términos generales, tenemos unos consejos para no perjudicar a los hijos. Para empezar, deben de evitar interrumpir durante las horas de estudio, mantener conversaciones muy altas o tener la televisión encendida con un volumen desmesurado. Hay que ser completamente flexibles y entender por lo que están pasando. También, es muy importante asegurar un espacio y una independencia suficiente para los hijos, ya que son ellos los responsables. El estar encima de ellos podría causar más nervios. En el caso de que haya hermanos pequeños en casa, hay que intentar que molesten lo mínimo posible. Siguiendo estas pautas, se conseguirá un entorno de estudio adecuado y positivo.
Como último consejo, es muy importante hablar sobre los alimentos necesarios en épocas de estrés, principalmente si hablamos sobre temporadas de exámenes. Hay que asegurarse que la persona “afectada” tome mucha glucosa para alimentar al cerebro, ya que se queman más calorías al pensar.
Como bien decíamos al principio, toda esta información ha sido proporcionada por Ms Cristina. Si queréis saber más, o estáis interesados en técnicas de estudio o de relajación, podéis pedir una cita con ella en la oficina de secundaria.
Por Alicia Rojo y Guillermo Belzunce