– La permisividad. Los adultos somos los que hemos de decirle lo que está bien o lo que está mal. Los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices.
– Ceder después de decir no. Nunca se puede negociar el no.
– El autoritarismo. Es intentar que el niño/a haga todo lo que el padre quiere anulándole su personalidad.
– Falta de coherencia. Las reacciones del padre/madre han de ser siempre dentro de una misma línea ante los mismos hechos.
– Gritar. Perder los estribos. Supone un abuso de la fuerza que conlleva una humillación y un deterioro de la autoestima para el niño.
– No cumplir las promesas ni las amenazas, además éstas deber ser realistas.
– No escuchar. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no han escuchado nunca a sus hijos.
– Exigir éxitos inmediatos. Todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondientes errores.
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