La impaciencia es una cualidad innata en los niños, especialmente en dos momentos cruciales de la vida: cuando son pequeños y necesitan cubrir una necesidad momentánea so pena de desatar una rabieta (todos hemos sufrido alguna en medio de un supermercado porque repentinamente se les antoja algo)  y cuando se convierten en adolescentes, donde su propio egocentrismo les lleva no a pedir,  sino muchas veces a exigir que les satisfagamos sus peticiones (salir un sábado, una camiseta o un móvil nuevo…)
¿Cómo enseñamos a nuestros hijos adolescentes a tener paciencia cuando precisamente la paciencia es algo que nos falta a muchos de nosotros como padres? La realidad es que queremos  que nuestros hijos nos obedezcan a la primera  o que recojan su habitación justo cuando se lo pedimos, por tanto, la primera reflexión que debemos hacer es que, aunque la impaciencia es innata,  el  “saber esperar” se aprende y nosotros debemos ser el primer modelo para ellos.
Cuando llego del trabajo… ¿estoy cansado e irascible y mi reacción es pedirle que haga las cosas rápido, metiéndole prisa? ¿Utilizo frases como “venga que es para hoy no para mañana” si se esmera demasiado en hacer los deberes? si me pide algo, ¿se lo hago o se lo doy inmediatamente para que me deje tranquilo?
Debemos reflexionar sobre nuestras respuestas, porque modificar el comportamiento impaciente de un adolescente, pasa por modificar muchas veces el nuestro,  ya que somos su referente más cercano.
¿Cómo podemos enseñar a nuestros hijos a ser más pacientes?
– La paciencia comienza con el ejemplo, los adultos debemos mostrarles como mantener la compostura en situaciones que resultan frustrantes, como ante un atasco de tráfico.
Evitemos pedir que nuestro hijo haga las cosas “para ya”, porque de lo contrario luego nos pedirá lo mismo a nosotros.
– Dialogar y razonar con el adolescente las decisiones, y explicarle cuándo y por qué debemos esperar en determinadas situaciones, por ejemplo para una primera salida nocturna.
– Debemos hacerle entender que su insistencia no les va a llevar a conseguir lo que desean, si no todo lo contrario.
Nunca premiar su impaciencia dándoles lo que nos pide solo por no “seguir escuchándole”. Los adolescentes pueden ser muy constantes cuando realmente creen que lo pueden conseguir.
Mantener la calma cuando empiece a protestar porque no consigue lo que quiere.  Nunca perder los nervios ante su “juego” y hablar razonadamente sin perder los nervios.
– Recompensar y elogiar las muestras de paciencia, expresando lo contentos que estamos por haber sabido esperar.
Cumplir nuestras promesas. Si le hemos prometido algo, debemos cumplir con nuestra palabra. Si no es posible por cualquier razón,  explicarle las causas para que no se sientan defraudados.
Cristina Pérez
Caxton College